Metallica & la teología parte 1
- Anderson E. Ocampo
- hace 4 horas
- 7 Min. de lectura
Introducción
Querida madre, querido padre
Cada pensamiento que tengo lo desaprueban
Curador, dictador
Siempre censurando cada uno de mis movimientos
Hijos que son supervisados, pero no escuchados. – Dyers Eve

La adolescencia es una época de influencia, incertidumbre, inestabilidad y confusión. Lo que sucede durante los años juveniles se convierte en aquello que puede marcar a una persona de por vida; en lo que se convertirá. Es una época en que o se admira mucho a los padres al punto de querer ser como ellos, o se empieza a buscar otros modelos de identidad. Las influencias son una especie de guía que siempre estará presente a un nivel emocional con recuerdos, emociones y sensaciones inolvidables. Así sucedió a una generación que creció escuchando a Metallica. Una generación que no quería la música local ni el folclor que oían los abuelos. Durante los inicios de una globalización (o americanización), a través de la radio, la televisión y las revistas, el heavy metal comenzaba a hacerse popular entre los críos de los años 80 y 90´s. No es secreto que el heavy metal inundó las gelatinosas cabezas de miles de jóvenes convirtiéndolas en metal.
Los años 80 y 90 fueron años en que Millenials entraron por la puerta de un mundo cambiante, una cultura fluida[1] contraria a las convencionalidades concretas que habían regido a generaciones pasadas. Algunos elementos como estudiar para “ser alguien en la vida”, no resonaban mucho en los oídos de muchos jóvenes de dicha generación. Expresiones como “trabaja muy duro para poder jubilarte en la misma empresa” tampoco era algo muy atractivo en su momento. El mundo cambiaba, las antiguas ideas eran cuestionadas; el estilo de vida de los padres era quizá respetable pero no deseable. El sentido de la vida no era el mismo. Crecer para trabajar en la misma fabrica, casarse y tener una familia se veía como algo de adultos inclusive aburrido mientras que el cerebro grita “no quiero crecer”. Por otro lado, la religión tradicional encontraba rechazo por sus escándalos de pedofilia, algo que Elkin Ramírez de Kraken mucho criticó,[2] mentiras, y avaricia, lo cual hizo que ideas ateas, anticapitalistas y marxistas fueran atractivas. Aunque paradójicamente protestar ante el capitalismo escuchando heavy metal de un mundo capitalista podría ser una efigie de hipocresía e ignorancia olímpica. Las olas de la revolución cultural que desafían la tradición eran notorias. El filósofo Francis Schaeffer, sobre este fenómeno comentaba ya en los años 70:
Muy a menudo los estudiantes de los tempranos años 60 les preguntaban a sus padres y a otros ¿para qué educarse? Se les respondía por medio de palabras o por implicación: “porque estadísticamente un hombre educado gana más dinero en un año” – entonces ellos replicaban: ¿para qué ganar más dinero? Se les decía: “para que puedan enviar a sus hijos a la universidad”. De acuerdo con este tipo de respuesta hablada o implicada, no había significado para el hombre, y no había sentido para la educación[3].
Aunque este análisis es realizado en la década de los años 70 en un contexto de Norte América, no toma mucho tiempo para que el mismo sentimiento llegue como la lluvia a Latinoamérica. Estas respuestas suenan a un círculo vicioso interminable, un dragón que eternamente se come su propia cola. Pero entra Metallica, uno de esos grupos que, con su música, ofrecían una respuesta alternativa: la rebelión, la busca del significado autentico; una alternativa de no-conformidad. Son el subproducto de las consecuencias de las ideas. Un proceso de estrechez mental.
¿Por qué ser igual que los padres? ¿Por qué crecer para ir a una fábrica durante toda la vida con la mentalidad de algún día jubilarse para ver televisión en un sofá? Ir a la escuela y sacar las mejores notas no parecía tener mucho sentido para algunos al ver el miserable matrimonio de sus padres, hasta de separación y peleas; ¿ser como el abuelo que siempre estaba borracho y se gastó la plata de sus hijos? No gracias. Esto no era algo que motivara a muchos de aquella generación; era algo imperdonable como el Unforgiven; el hecho de imponer reglas que ni ellos mismos vivián como ideales no sinceros e invivibles. Pero quedaba la música.
Similar al conflicto entre Rambo y Teasle de la novela First Blood de David Morrell cuya película es protagonizada por Sylvester Stallone, en la que un joven veterano de la guerra de Vietnam sostiene un conflicto de supervivencia a muerte con un veterano de la guerra de Japón. Así es la juventud versus la antigüedad. Tal cual elaboró Allan Bloom, quien en relación con la música evoca este sentimiento de aislamiento del ruido de una tradición:
Pero mientras que tengan el Walkman encendido, no podrán escuchar lo que la gran tradición tiene que decir. Y, después de un prolongado uso cuando se lo quiten, se van a dar cuenta de que están sordos[4].
En efecto, muchos se quedaron sordos de oír lo que la verdad cristiana tiene que decir ante una tradición cultural en declive, al final de cuentas, la fe viene por el oír.[5] Para otros, Metallica fue un refugio, una vía para liberar la rabia y buscar lo más auténtico a medida que sus integrantes modelan ese ideal. Incluso, muchos han aprendido a hablar y comprender el idioma inglés gracias a su música con la motivación de absorber un mensaje. En una época en que algunos decían (y hasta hoy en día) ¿Para qué aprender inglés si vivimos en Sur América? Muchos encontraron ese cuestionamiento ridículo y risible. Otros decían, ¿para qué hablar inglés únicamente si no tienes un título universitario? A otros no les importó, y el inglés acoplado con la música se convirtió en una especie de distracción, que eventualmente, en la adultez, se volvió parte de una profesión; un regalo que permitirá un enriquecimiento al acceder a una herencia literaria no disponible en el idioma natal.[6]
Metallica, entre otros grupos, inspiró a recitar sus canciones, esperar las revistas rockeras semanales, sacar fotocopias, y practicar el inglés cantando. En los 90 el internet no era parte de la vida, pero sí existía algo llamado diccionario inglés-español / español-inglés, el cual servía para buscar el significado de las palabras, tratar de entender, interpretar, y finalmente traducir para un mayor disfrute tanto emocional como intelectual. En retrospectiva, resulta fascinante saber que, si en el paganismo se busca comprender lo que se canta, ¿Cuánto más al ser discípulos de Cristo tratar de comprender lo que Dios dice incluyendo entender el mundo material en que nos movemos?[7]
Fueron épocas y contextos que fueron parte de una evolución cultural en declive; una cultura en que los valores tradicionales cristianos decaían aceleradamente. Fueron días en que jóvenes decidieron identificarse como “anti-religión” o “satánicos[8]” luciendo como los raros del colegio, tatuándose, vistiendo siempre de negro. Aquellos que ya no estaban durante la misa, se sentaban atrás en el salón de clases, y hacían dibujos obscenamente oscuros en la contraportada de su cuaderno. Nada fue un impedimento para escuchar esta música existencialmente[9] con entendimiento, examinándolo todo, y desechando lo malo[10] (por lo menos ese es el ideal).
Metallica, desde sus integrantes, hasta su música y letra fueron una influencia. A partir de sus líricas agresivas de Seek and Destroy, le siguen otras depresivas como Fade to Black; hasta otras repletas de ira como Battery. Otras con aires de protesta contra la corrupción del establecimiento como… And Justice for All, se convirtieron en una respuesta a inquietudes; compañía en las noches de radio[11], e inspiración para sobrellevar las cargas de un mundo que se fragmenta. En medio de un sentimiento de incomprensión y muchas veces soledad, esta música sirvió para purgar muchos de estos sentimientos de ira, rabia, y dolor. El filósofo William Irwin, editor del libro Metallica y la Filosofía, concluye:
En la medida en que [Metallica] tiene el potencial de despertar emociones negativas que conducen a un comportamiento destructivo, es moralmente perjudicial. En la medida en que ayuda a purgarnos de emociones destructivas, es moralmente beneficioso. Y, en la medida en que involucra nuestra empatía imaginativa y nos hace pensar con más claridad y profundidad sobre temas controvertidos, es moralmente edificante.[12]
James Hetfield, el vocalista, tiene mucho que ver en la composición tanto de la música como de las letras. ¿Qué mensaje comunica cada álbum?, ¿qué podemos saber sobre sus compositores?, ¿es música artísticamente bien hecha?, ¿transmite un mensaje cristiano, no-cristiano o neutro? ¿Hay alguna guía para evaluar música como se hace con el cine?[13] El objetivo de este escrito es analizar a Metallica como banda, algunas vivencias de sus integrantes que, acopladas con una interpretación de sus canciones, destacan lecciones sobre el sentido de la vida filtradas a través de una cosmovisión cristiana. Prepárate para enfrentar al Hombre de Arena, y Dejar la luz para entrar en la noche [Enter Sandman].
Bibliografía
[1] De ahí que Agustín Laje compara la cultura concreta con la fluida, una que le ha dado entrada a ideologías que redefinen aspectos fundamentales tales como la familia, el sexo y el género.
[2] Algo que interesantemente fue tema de protesta de Elkin Ramírez, vocalista de la banda de Heavy Metal colombiano Kraken. Véase https://youtu.be/TPHVP7R0d7A?t=67
[3] Francis A. Schaeffer, How Should We Then Live? The Rise and Decline of Western Thought and Culture (Westchester, IL: Crossway Books, 1976), 206
[4]Allan Bloom, The Closing of the American Mind: How Higher Education Has Failed Democracy and Impoverished the Souls of Today's Student. (New York: Simon & Schuster Paperbacks, 1986), 81. Edición Kindle. (Traducción propia).
[5] Véase Romanos 10:17.
[6] Se dice que las personas bilingües pueden cambiar de personalidad momentáneamente según el idioma que hablen. También pueden acceder a varios conceptos de una misma cosa gracias a que su cerebro entiende en más de un idioma.
[7] Resulta interesante saber que eso es precisamente lo que San Pablo afirma tocante al canto cristiano: cantaré con el espíritu, pero también cantaré con el entendimiento (1 Cor. 14:15).
[8] Muchos realmente no eran satánicos de por sí, sino que era más bien una especie de resentimiento con lo convencional que con lo obscuro quería encontrar un reemplazo.
[9] El existencialismo es una corriente filosófica centrada en la evaluación de la condición humana, la responsabilidad, las emociones, así como el sentido de la vida. https://es.wikipedia.org/wiki/Existencialismo
[10] Véase 1 Tesalonicenses 5:21.
[11] Tal como canta Queen Radio Gaga, la radio un compañero.
[12] Robert Fudge, Metallica & Philosophy: A Crash Course in Brain Surgery, (Malden, MA; Blackwell Publishing, 2007) Edición Kindle, capítulo 1 sección Do you Feel what I Feel? Metallica, Empathy, and Morality. (Traducción propia).
[13] Algunas de estas preguntas son tomadas de la guía del Dr. John Frame, Theology at the Movies, disponible en Disponible gratuitamente en inglés en la página https://frame-poythress.org/ebooks/theology-at-the-movies/



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